sábado, 6 de agosto de 2011

¡Yo soy aquella mujer!


Romanos 8:28 28. Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.
Hay un hombre en la Biblia que nos legó un ejemplo espectacular: Samuel.  Su vida nos enseña tanto.  Aun antes de nacer,  las circunstancias de ese hombre nos dejan un montón de conocimientos aplicables a nuestro diario vivir. Analicemos los primeros cuatro años en la vida de este gran profeta de Dios, enfocándonos en la gran mujer de su vida: ¡Su madre!
1 Samuel 1
1. Hubo un varón de Ramataim de Zofim, del monte de Efraín, que se llamaba Elcana hijo de Jeroham, hijo de Eliú, hijo de Tohu, hijo de Zuf, efrateo.

·        Dios nos conoce íntegramente.
·        No importa de dónde seamos, Dios tiene un registro de nuestra vida.

2. Y tenía él dos mujeres; el nombre de una era Ana, y el de la otra, Penina. Y Penina tenía hijos, mas Ana no los tenía.

·        Si miramos la situación de este hombre nos damos cuenta que era la más común de la época.
·        Eso no significa que Dios lo aprobara, sin embargo se había hecho común.
·        Las cosas comunes llegan a ser aceptadas aun por las autoridades religiosas.
·        No significa que están bien, solo que han sido aceptadas.

3. Y todos los años aquel varón subía de su ciudad para adorar y para ofrecer sacrificios a Jehová de los ejércitos en Silo, donde estaban dos hijos de Elí, Ofni y Finees, sacerdotes de Jehová. 4. Y cuando llegaba el día en que Elcana ofrecía sacrificio, daba a Penina su mujer, a todos sus hijos y a todas sus hijas, a cada uno su parte. 5. Pero a Ana daba una parte escogida; porque amaba a Ana, aunque Jehová no le había concedido tener hijos.

·        Siempre que sufrimos encontramos quien nos consuele.
·        El hecho clave es satisfacerse con el consuelo.
·        Muchas veces no nos consolamos porque nuestras prioridades son otras.
·        ¿Cuáles son tus prioridades?
·        ¿Qué crees que traerá consuelo a tu corazón?

6. Y su rival la irritaba, enojándola y entristeciéndola, porque Jehová no le había concedido tener hijos. 7. Así hacía cada año; cuando subía a la casa de Jehová, la irritaba así; por lo cual Ana lloraba, y no comía.

·        Siempre, lo que a Dios no le agrada trae dolor.
·        Hay dolores que duran
·        La respuesta clásica a la amargura es la autocompasión y la autoagresión
·        No comer es una muestra de amargura.
·        Es un atentado a nuestra integridad.
·        Las cosas negativas que vienen a nuestra vida no se resolverán amargándonos y atentando contra nuestra integridad
·        El ayuno es una forma de abandonarnos a nosotros mismos para atender lo de Dios.
·        Pero nunca debe ser usado como un medio de auto compadecernos
·        Dios dice que cuando ayunemos lavemos nuestros rostros, para que no nos mostremos melancólicos.

8. Y Elcana su marido le dijo: Ana, ¿por qué lloras? ¿Por qué no comes? ¿Y por qué está afligido tu corazón? ¿No te soy yo mejor que diez hijos?

·        Ana estaba resentida
·        El resentimiento es aflicción del corazón.
·        Una de las mejores maneras de resolver nuestros problemas es enfrentándolos.
·        Elcana abordo a Ana con preguntas directas.
·        Primero fue a la conducta observable: ¿Por qué lloras?
·        Luego a la situación amenazante: ¿Por qué no comes?
·        Después a la situación real: ¿Por qué esta afligido tu corazón?
·        Terminando abordando la solución ofrecida: ¿No te soy mejor que diez hijos?

·        ¡Todo lo que hacemos está basado en lo que sentimos!

·        ¿Estamos resentidos? ¿Por qué?

·        ¡Todo  lo que sentimos está basado en nuestra valoración de lo que nos rodea!

9. Y se levantó Ana después que hubo comido y bebido en Silo; y mientras el sacerdote Elí estaba sentado en una silla junto a un pilar del templo de Jehová, 10. ella con amargura de alma oró a Jehová, y lloró abundantemente. 11. E hizo voto, diciendo: Jehová de los ejércitos, si te dignares mirar a la aflicción de tu sierva, y te acordares de mí, y no te olvidares de tu sierva, sino que dieres a tu sierva un hijo varón, yo lo dedicaré a Jehová todos los días de su vida, y no pasará navaja sobre su cabeza.

·        El abordaje de Elcana dio su fruto.
·        ¡Ana comió!
·        Se dio cuenta que no resolvía nada autocastigándose.
·        La aflicción no se fue.
·        Sin embargo ella pudo canalizarla adecuadamente.
·        Ella estaba peleando en la dirección equivocada.
·        Ella estaba peleando contra sí misma, como si ella tuviera la solución a la situación.
·        Esa es la manera como el humanismo quiere que resolvamos las cosas.
·        Nos dicen los humanistas: ¡Tú tienes el control!  ¡Y es mentira!
·        Nosotros tenemos la salida a las situaciones, pero el control lo tiene Dios.
·        Hasta que no nos decidimos a buscar la ayuda de Dios no vamos a encontrar la salida.

·        En cierta medida, sí, tenemos el control: Podemos tomar la decisión de ir a Dios con nuestros problemas.

12. Mientras ella oraba largamente delante de Jehová, Elí estaba observando la boca de ella. 13. Pero Ana hablaba en su corazón, y solamente se movían sus labios, y su voz no se oía; y Elí la tuvo por ebria. 14. Entonces le dijo Elí: ¿Hasta cuándo estarás ebria? Digiere tu vino.

·        En este pasaje está contenida una verdad universal.
·        Ana estaba hablando con su Dios, exponiéndole su situación, derramando su corazón.
·        Es lo que debemos hacer cuando nos damos cuenta que no vamos bien.
·        Es lo que predicamos a nuestros amigos inconversos.
·        Dios te ama, pero el pecado ha hecho una gran división entre tú y Dios.
·        Pero Dios nos amó tanto que se dio para perdonar nuestros pecados
·        Se humano y murió en la cruz del calvario para perdonar TODOS  nuestros pecados.
·        Y resucito al tercer día y ahora vie intercediendo ante el trono de Dios Padre por nosotros.
·        Cristo entrego su vida en rescate por nuestro precio.
·        Pago nuestros pecados para que ya no viviéramos amargados, hundidos en la miseria de nuestra mente y de nuestras maldades y ¡nos reconcilio CONSIGO MISMO!

·        ¡OFRECIENDONOS EL PERDON GRATUITO DE NUESTROS PECADOS!

·        Muchas veces cuando eso pasa otros nos mal interpretan.
·        Vienen los comentarios
·        Vienen los tropiezos… pero ¡ay de por quién vienen!

·        Si Ana le hubiese puesto caso a las palabras primeras de Eli, se hubiera ido más amargada y no hubiera resuelto sus situaciones.

·        Pongamos los ojos en Jesús, no en la gente.
v No nos dejemos desanimar cuando hemos decidido poner la casa en orden donde el único que la puede organizar: ¡Dios!

15. Y Ana le respondió diciendo: No, señor mío; yo soy una mujer atribulada de espíritu; no he bebido vino ni sidra, sino que he derramado mi alma delante de Jehová.  16. No tengas a tu sierva por una mujer impía; porque por la magnitud de mis congojas y de mi aflicción he hablado hasta ahora.

v Estemos dispuestos a perdonar a nuestro hermano que peca contra nosotros
·        Si Ana no hubiera obviado el comentario de Eli, se hubiera amargado más.
·        Mire la respuesta humilde y respetuosa de Ana.
·        La blanda respuesta quita la ira.
·        Manzana de oro con figuras de plata es la palabra dicha como conviene

v Ana estaba tan enfocada en su Dios que no iba a dejar que nada ni nadie se interpusiera en el camino de obtener la bendición

17. Elí respondió y dijo: Ve en paz, y el Dios de Israel te otorgue la petición que le has hecho.18. Y ella dijo: Halle tu sierva gracia delante de tus ojos. Y se fue la mujer por su camino, y comió, y no estuvo más triste. 19. Y levantándose de mañana, adoraron delante de Jehová, y volvieron y fueron a su casa en Ramá. Y Elcana se llegó a Ana su mujer, y Jehová se acordó de ella.

v ¡Cuando verdaderamente ponemos las cosas en la mano de Dios encontramos la paz y la bendición de Dios!

20. Aconteció que al cumplirse el tiempo, después de haber concebido Ana, dio a luz un hijo, y le puso por nombre Samuel, diciendo: Por cuanto lo pedí a Jehová.

v ¡Cuando recibimos de Dios no olvidemos honrarle!

21. Después subió el varón Elcana con toda su familia, para ofrecer a Jehová el sacrificio acostumbrado y su voto.22. Pero Ana no subió, sino dijo a su marido: Yo no subiré hasta que el niño sea destetado, para que lo lleve y sea presentado delante de Jehová, y se quede allá para siempre. 23. Y Elcana su marido le respondió: Haz lo que bien te parezca; quédate hasta que lo destetes; solamente que cumpla Jehová su palabra. Y se quedó la mujer, y crió a su hijo hasta que lo destetó. 24. Después que lo hubo destetado, lo llevó consigo, con tres becerros, un efa de harina, y una vasija de vino, y lo trajo a la casa de Jehová en Silo; y el niño era pequeño. 25. Y matando el becerro, trajeron el niño a Elí.

§  Podemos entender que era un becerro de tres años.
§  Ana había destinado un becerro cuando su hijo nació para ofrecerlo en agradecimiento a Dios.
§  El agradecimiento a Dios se demuestra dando.
§  ¿Qué quiere Dios de nosotros?
§  ¿Solo nuestro dinero? ¡No!  TAMBIEN quiere nuestros talentos, nuestro tiempo, pero sobre todas estas cosas quiere nuestro corazón.

§  Dame hijo mío tu corazón y miren tus ojos por mis caminos.

§  ¡Si nuestro corazón le pertenece a Dios, entonces haremos voluntaria y felizmente lo que él nos pide!

26. Y ella dijo: ¡Oh, señor mío! Vive tu alma, señor mío, yo soy aquella mujer que estuvo aquí junto a ti orando a Jehová. 27. Por este niño oraba, y Jehová me dio lo que le pedí. 28. Yo, pues, lo dedico también a Jehová; todos los días que viva, será de Jehová. Y adoró allí a Jehová.

§  ¡Qué hermosa expresión: YO SOY AQUELLA MUJER!
§  Aquella mujer amargada, Aquella mujer que se estaba haciendo tanto daño, Aquella mujer que tenía problemas con medio mundo por la amargura que había en su corazón.
§  Aquella mujer confió en Dios y arreglo cuentas con El
§  Aquella mujer recibió la bendición de Dios.
§  ‘Dios me bendijo y aquí le traigo lo que le prometí.’

§  Ana no fue a pedir otros hijos; Ana fue a entregar su único hijo para que sirviera a Dios
§  Dios le concedió a Ana el deseo más profundo de su corazón: ¡Le permitió tener más hijos!
§  ¡Y Ana fue feliz!

§  Tú y Yo podemos también tener la misma bendición que Ana.
§  Solo tenemos que reconocer ante Dios la causa de nuestra amargura
§  Presentarle a Dios nuestra petición
§  Poner los ojos en El
§  Cumplir nuestra promesa
§  ¡Y adorarle!
¡Él se encargará de lo demás!

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